Jacarandas
Casi no tengo favoritos. Generalmente cuando me preguntan acerca del tipo de música que prefiero suelo contestar: "Pues de todo, excepto...". No se si soy la única por aquí pero al menos admito que a mí desde siempre se me ha hecho más fácil señalar lo que me disgusta aún cuando esa no haya sido la pregunta.
Creo que es buen momento para empezar a hacer una lista.
Cuando era chiquita y todavía vivía en Acapulco uno de los vecinos tenía un árbol que hasta lástima me daba y siempre que pasaba por ahí me preguntaba por qué los dueños no se tomaban la molestia de tumbarlo si ya estaba seco. Y así, la misma pregunta y poniéndome de malas por cada vez que pasaba por en frente de esa casa (o sea todos los días).
Se llegó el día en que lo vi lleno, lleno, lleno de hojas moraditas y hasta me quedé de a seis, mirándolo asombradísima, casi casi como si hubiera cachado al mismísimo Santa Claus poniendo los regalos en el pino; y pensé "ahh mira... si sirve el arbolito".
No me juzguen, que de viejo uno no se explica muchas cosas pues imagínense de chiquito menos. Y es que mi cerebrito no podía acabar de entenderlo si un día antes era solo ramas, un árbol todo pelón y yo ya lo quería mandar a tirar.
Nunca me molesté en averiguar nada, solo me conformé con saber que estaba vivo, que floreaba a veces, que era lila, que me gustaba mucho y con eso para mí era suficiente.
Tuvieron que pasar mas o menos 17 años para enterarme que se llama Jacaranda.
Estas últimas semanas despertaron todos esos arbolitos que son hermosos, a su modo, y que se visten de gala solo cuando están de humor, cuando el clima se presta, cuando quieren y ya.
Todos los días para ir al trabajo tengo que recorrer un buen tramo del Boulevard 5 de Mayo y no saben como me encanta ir mirándolos. Es involuntario hacerlo con desespero, como si por primera vez saliera a pasear. Quizá sea porque pronto se irán a dormir otra vez y no me quiero perder de ese desfile púrpura que me ofrecen las mañanas de marzo.
Me da risa, porque trato de imaginar mi cara y apuesto a que es la misma que puse cuando me enteré de que el árbol de mi vecino no se estaba pudriendo.
Estuve acordándome mucho de aquella anécdota...
No va a faltar en invierno quien la mire con desprecio, quien la trate con desprecio; como no va a faltar quien no necesite verla floreada para quererla, quien la valore en cualquier estación del año, con cualquiera que sea su aspecto y después de cualquier opinión.
Debe ser que aunque sea una pequeña parte, pero de Jacaranda todos tenemos algo.
orale, ya tenia que no pasabe por aqui..
ResponderEliminarpero si me acuerdo eh..
y enefecto muy bonitos esos arboles...
lastima que por mi humilde colonia no haya :(